En este blog se utilizan los términos "derecha" e "izquierda" según su acepción clásica que define el espectro político como un abanico de ideologías que se despliegan entre dos polos opuestos, uno, conservador, defensor del orden establecido, creyente en la superioridad de clase, género, raza y/o nacionalidad, partidario a veces (cuando conviene) del liberalismo económico (no necesariamente del político) con su dosis de urticaria ante todo lo que suene a "público", defensores de la tradición y de la religión, ambas en sus versiones más arcaicas, del militarismo, el imperialismo y la imposición a los demás de sus valores, y otro polo, contrapuesto, progresista, defensor de la igualdad esencial de todos los seres humanos en todos los ámbitos, de la protección de los débiles, del laicismo, del ambientalismo, del internacionalismo, de la regulación económica (contrapuesta al "laissez faire" liberal) y partidario de lo común, lo público, frente a lo privado. Al primero lo llamamos "derecha" desde que a sus partidarios les dio por sentarse a ese lado del Presidente de la Asamblea Constituyente tras la Revolución Francesa, mientras que al segundo lo llamamos "izquierda" por lo mismo, pero al revés. No obstante, como podrán comprender, estas dos visiones irreconciliables de la política son eternas, hunden sus raíces en la noche de los tiempos y perdurarán mientras haya unos arriba y otros abajo.Por remontarnos, podemos hacerlo a los clásicos griegos y decir que Parménides se sentaba a la derecha en el Olimpo filosófico mientras que Heráclito lo hacía a la izquierda (no me hagan mucho caso los filósofos: es probablemente una exageración o una simplificación o ambas cosas, de uno que es "de ciencias"). Por todo ello mi actitud hacia los razonamientos del tipo "no ser de derechas ni de izquierdas", es en general de escepticismo. Pero...¿tienen algún sentido? Pues para mi sólo tienen sentido bajo un prisma puramente electoralista, si es que un partido o candidato busca ampliar el espectro de sus votantes, en particular hacia el alerón derecho de la sociedad, el "despolitizado" o "apolítico". Este parece ser el motivo por el que formaciones políticas de nuevo cuño se declaran "ni de derechas ni de izquierdas", intuyo, desde UPyD, que empezó con ese soniquete, al más reciente Podemos, de raíz indudablemente izquierdista, reconocida por sus más conocidos líderes, y que sin embargo no dudan en renunciar a esa identidad con tal de incorporar más gente (y más votos) a su proyecto. Si se trata de una estrategia electoral y sirve para que esto se mueva hacia adelante y no hacia atrás como nos quieren dirigir los que actualmente detentan el poder, pues habrá que darlo por bueno. El tiempo dirá si mereció la pena.
Y aqui empieza la cuestión que me interesa discutir en este post: ¿Por qué ocurre esto? ¿por qué la dicotomía "derecha-izquierda" causa aversión en un determinado tipo de votante?¿por qué es precisamente, según dije antes, principalmente el público "del alerón derecho" de nuestra sociedad el más alérgico a todo lo que huela a "ideología"? Voy a aventurar una hipótesis para intentar contestar a estas preguntas. La hipotesis lleva cierta carga de generalización, que he de advertir de antemano, y explicaré después.
Creo que es algo muy general en España observar que el que es de derechas no suele reconocerse como tal, y si le preguntamos por su adscripción política, dirá, o bien que es "de centro" (que en su imaginario significa que es "neutro", es decir, que no tiene adscripción política definida), o bien, por las mismas razones, que es "apolítico". ¿Por que? Ello, en mi opinión, guarda estrecha relación con el período de dictadura franquista y el ideario vigente entonces. Téngase en cuenta que el propio Franco se consideraba "apolítico", porque según él, la "política" era un mal a erradicar, de hecho, la "política" era la fuente de todos los males que aquejaban a España, y en su erradicación se afanó 4 décadas de guerra, posguerra y represión cruel, cruenta y despiadada. Obviamente, para Franco y el franquismo, hacer política, tener ideología o ser de izquierdas eran sinónimos: la ideología era una cosa exclusivamente de "rojos", el término despectivo que utilizaban para designar a todo aquel que se opusiera al régimen, que automáticamente se convertía en carne de cárcel o blanco de pelotón de fusilamiento. Franco, el último genocida español, eliminó por esta vía a cientos de miles de personas (mujeres y niños incluidos) que para él no eran españoles, en lo que denominó su "cruzada" para limpiar España, precisamente de izquierdistas. Así pues, aqui tenemos un claro origen del "apoliticismo sociológico" de amplias capas de la población: por un lado, tras 40 años de "limpieza ideológica", es milagroso que aún quedase alguien de izquierdas en nuestro querido país. En aquel contexto, el ciudadano de bien no debía tener ideología, debia dejar de pensar y dedicarse a trabajar calladito y sin dar problemas si quería sobrevivir. Cuarenta años de franquismo dieron lugar en España a una derecha muy singular y característica, que reniega de "lo político" pero no de los privilegios de dedicarse a la política. En su día, en broma, clasificamos en este blog a este grupo de indivíduos como "Homo carpetovetonicus".
Hasta aqui la hipótesis. En cuanto a la generalización, es cierto que hay honrosas excepciones: ciudadanos de derechas que no tienen ningún inconveniente en reconocerse como tales, y que son verdaderos demócratas. Es justo reconocerlo. Pero ello no invalida la hipótesis anteriormente formulada. En efecto, hay un número considerable de personas en nuestro país para los que cualquier cosa relacionada con la política=ideología=izquierda es sencillamente abominable y perniciosa, y que paradójicamente no suelen abstenerse en las votaciones, sino que votan al partido más "apolítico" de todos, es decir, al conservador, derechista segun la definición anterior. Se da la circunstancia de que este partido es el Partido Popular (PP) en la España actual, y que este partido sacó 11 millones de votos en las pasadas elecciones (2011) y gobierna desde entonces por mayoría absoluta. Su líder, Mariano Rajoy Brey, presidente del Gobierno de España actualmente, es un fiel reflejo del "apoliticismo sociológico" antes mencionado y ello seguramente atrae muchas simpatías en millones de votantes. Se da igualmente la circunstancia de que el PP tiene obvias raíces franquistas, ampliamente conocidas y divulgadas, de las que no sólo no reniegan, sino que cada vez están más orgullosos, y que ya fueron comentadas en un post anterior. No digo con ello que todos los militantes y simpatizantes de ese partido sean fascistas o nazis, pero está clara en los cuadros actuales de este partido la complacencia con símbolos, actitudes y gestos propios del régimen franquista, que parecían olvidados, pero que están resurgiendo, especialmente en los "jóvenes cachorros" del PP, aficionados a saludar brazo en alto, envueltos en banderas adornadas con la rapaz franquista. Hay aún mucha añoranza por un pasado "dorado" para algunos, que muchos (más jóvenes) ni vivieron, y que -de forma incomprensible, al menos para mi, que sí lo viví- han mitificado. Como muestra de lo que estoy diciendo, vean la siguiente imagen.
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